sábado, 15 de mayo de 2010

Ley de la desconfianza




La Mesa de la Unidad cuestionó la aprobación apresurada e inconsulta de la reforma de la Ley de Ilícitos Cambiarios, al considerar que se aprobó en momentos en los cuales la inflación de Venezuela, la más elevada de la región y segunda del mundo, alcanza su nivel más alto desde febrero del 2003


La Mesa de la Unidad cuestionó la aprobación apresurada e inconsulta de la reforma de la Ley de Ilícitos Cambiarios, al considerar que se aprobó en momentos en los cuales la inflación de Venezuela, la más elevada de la región y segunda del mundo, alcanza su nivel más alto desde febrero del 2003.


Este es el comunicado de la Mesa de Unidad Democrática

La aprobación apresurada e inconsulta de la Reforma de la Ley de Ilícitos Cambiarios ocurre en momentos en los cuales la inflación de Venezuela, la más elevada de la región y segunda del mundo, alcanza su nivel más alto desde febrero del 2003. Para un gobierno que dice representar los derechos de las grandes mayorías, esto debería ser motivo de reflexión.

Es evidentemente absurdo pretender solucionar por la vía punitiva un problema de desconfianza. Vender el sofá no es la solución. El venezolano prefiere ahorrar en otras monedas porque el gobierno actual no le ofrece las condiciones para hacerlo en la suya.

La pérdida de confianza es consecuencia natural del manejo caprichoso del poder por parte de un gobierno que de manera flagrante y descarada viola las leyes que tiene como mandato defender.

Venezuela es considerada hoy como uno de los peores destinos de inversión en el mundo, no sólo por los altos costos de operación y el exceso de regulaciones, sino más importante aún, por la arbitrariedad intencionada en la aplicación de la Ley que ha resultado de la concentración de todos los poderes en manos de una sola persona.

La desconfianza, sin embargo, no es el único problema. A través del control de cambios, el gobierno obliga a todos los venezolanos a ahorrar en bolívares a tasas muy por debajo de la inflación.

Nuestra pérdida es su ganancia, ya que toma nuestros ahorros para financiar los excesos fiscales que en buena medida son responsables de la inflación. El control de cambios, implementado originalmente con el propósito de protegernos, se ha convertido en un impuesto perverso con el cual financiamos a nuestro propio verdugo.

Lamentablemente, sin embargo, el gobierno ha decidido seguir cavando para salir de un hoyo en el que él mismo se ha metido como consecuencia de la aplicación de políticas económicas que fueron desechadas en todo el mundo después de haber ocasionado problemas como los que ocasiona hoy en Venezuela: inflación, abandono de la producción, escasez, salidas de capitales, fuga de talentos y deterioro de la calidad de vida de los sectores más pobres en particular.

Pero lejos de reflexionar, el gobierno pretende ahora cerrar aún más el cerco mediante la criminalización de quienes pretendan hacer algo totalmente natural y legítimo ante la evidente intención confiscadora de su propio gobierno: preservar el valor de sus ahorros mediante su conversión en otras divisas.
Los detalles de lo que pretenden hacer no están del todo claros. Sin embargo, la sola intención de intensificar controles que ya nos asfixian debe provocar el rechazo unánime de quienes creemos en la posibilidad de una Venezuela signada por la justicia y la libertad.

Venezuela pide a gritos una propuesta de Unidad y de Progreso y ese es el reto que ha asumido la Unidad Democrática. Ratificamos ante el país nuestro compromiso por promover los espacios de encuentro y reconciliación entre los venezolanos, así como políticas innovadoras para garantizar el progreso de todos.

La diversidad de nuestras perspectivas nos ayuda a entender que el país es uno solo, requerido de lazos de cooperación y trabajo conjunto. Ofrecemos a todos los venezolanos nuestra dedicación y entrega para superar las fracturas políticas y sociales generadas por el gobierno actual.
En esta hora difícil reiteramos nuestros deseos de unidad, paz, concordia y bienestar.

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