sábado, 23 de mayo de 2009

América Latina no podrá evitar la crisis


, asegura Joseph Stiglitz, Nobel de Economía en 2001
El ex economista jefe del Banco Mundial conversó en su apartamento de Manhattan con una periodista de EL TIEMPO.
"Por favor quitarse los zapatos". Con esta frase escrita en un cartel les da la bienvenida a sus invitados uno de los premios Nobel de economía más populares: el estadounidense Joseph Stiglitz. Su apartamento está en una de las mejores zonas de Manhattan y, como en las películas, su edificio cuenta con un portero de gabardina y sombrero, que indica como llegar a la casa del afamado economista.

El ascensor se abre justo al frente del cartel de los zapatos y pese a que la temperatura está bajo cero se debe cumplir con este ritual. La periodista Anya Schiffrin, esposa de Stiglitz, aclara que es para no molestar a los vecinos con las pisadas de varias personas a la vez.El apartamento de Stiglitz es grande, sobrio y elegante.

Tiene unos ventanales gigantes que ofrecen una vista agradable de la Gran Manzana, pero que también dejan colar algo del frío exterior.Mientras los invitados, siete periodistas latinoamericanos, esperamos al Nobel, Anya nos atiende con vino y comienza una charla en spanglish, pues la globalización es tema obligado en esa casa. No en vano su propietario es una de las voces que más ha criticado la manera en que ese proceso avanza.Mientras discutimos de la crisis financiera, los vuelos a Nueva York y el clima, se escucha un murmullo con la voz del premio Nobel hablando por teléfono. Su esposa lo disculpa: está asesorando a un ministro de Europa del Este que busca salidas para enfrentar la desaceleración mundial.Stiglitz es uno de los pocos expertos que previó la situación actual y por eso es cada vez más consultado. Antes de que los grandes bancos se quebraran y que los países ricos se vieran obligados a crear millonarios programas de estímulo económico, Stiglitz recibía unas 1.500 invitaciones al año para dar conferencias alrededor del mundo. Hoy supera las 2.000.La vida de esta pareja es agitada, el mismo domingo en que se reunieron con nosotros para cenar, almorzaron con George Soros, uno de los inversionistas más famosos y ricos de E.U. para hablar del tema, y luego se encontraron en el Central Park con Edmund Phelps, otro Nobel de economía.A mantelesLa comida está servida y como su esposo no ha terminado de hablar, Anya nos invita a la mesa. Es un plato mexicano, que ratifica la vocación internacional de la casa, y justo mientras estamos comiendo llega el premio Nobel del 2001 en medias y con chaleco, como cualquier señor de 66 años.La aureola intelectual que lo acompaña no se ve por ningún lado y menos cuando nos saluda y nos pregunta por nuestros trabajos. Conoce muchos de los ministros y presidentes de América Latina y averigua por ellos, pero ante la primera pregunta cambia su aspecto bonachón y se convierte en el académico que habla en la CNN."América Latina tiene un buen sistema financiero, pero no se va a poder escapar del impacto de esta crisis, especialmente si cae mucho la producción mundial", vaticina con toda seguridad.Considera que el precio del petróleo va a bajar, no solo por la coyuntura actual, sino además por las prácticas contra el calentamiento global, lo que afecta aún más a los países productores como Colombia."Lo que se busca es que haya menos producción, para poder reducir las emisiones de dióxido de carbono al 2050, y eso implica menos uso de carbón y de petróleo", dice mientras nos sirven el postre.Con respecto a los planes de ayuda que han lanzado varios gobiernos, comenzando por el del presidente Obama y pasando por los latinoamericanos, Stiglitz considera que crear líneas de crédito es bueno, pero no implica que se cree el deseo de endeudarse.
Piensa que la clave está en gastar bien los recursos que se van a inyectar a la economía (en Colombia se tiene un plan de 55 billones de pesos para infraestructura). Agrega que construir obras civiles es bueno para la economía, pero no para aquellos que pierden el empleo, que en su mayoría no son personas que se dedican a pegar ladrillos.
Stiglitz no muestra interés en el plato fuerte y come sin darse cuenta mientras nos da sus opiniones, pero cuando llega el postre, trata de consumir la mayor cantidad entre respuesta y respuesta. Añade que la inflación ya no debe ser la principal preocupación de los bancos centrales, porque justamente por estar pensando en ella "el mundo está como está hoy"."La inflación es importante pero no lo más importante. Si sube un poco no hace daño y la mayoría de países latinoamericanos, con excepción de Venezuela, tienen un nivel manejable", asegura, al tiempo que se declara en contra del esquema de inflación objetivo (que es el que usa el Banco de la República, fijando metas anuales para bajar los precios en el largo plazo)."No hay una teoría económica que lo sustente y quizás no es adecuado para las economías pequeñas. No lo comparto porque no existe un nivel de inflación único que sea bueno para todos. Se hacen metas como si todos los países fueran iguales", subraya y nos ofrece autografiar uno de sus libros como paso preliminar para finalizar la velada. Tan pronto termina de firmar, se despide y se va para el estudio, mientras nosotros nos ponemos los zapatos.Soluciones para América Latina y para el planetaUna de las secuelas de la recesión es una creciente tendencia hacia el proteccionismo, en especial entre los países ricos. Por este motivo, Joseph Stiglitz considera que no tiene sentido seguir persiguiendo tratados de libre comercio con Estados Unidos, como al que aspira Colombia. "Ese tema no es importante para los próximos dos o tres años. Lo importante para América Latina debe ser mirar lo que están haciendo E.U. y la Unión Europa, pues están violando las normas del libre comercio y llevar los procesos a la Organización Mundial del Comercio", asegura y agrega que si cambian las reglas de la globalización, la región tiene que reaccionar y proteger sus propios intereses, intensificar sus relaciones con China e India y desarrollar sus mercados domésticos. Stiglitz preside una comisión de la ONU que presentará soluciones para la crisis en la próxima reunión del G-20 el 2 de abril en Londres. Entre otras cosas, propondrá que el Fondo Monetario sea capitalizado por los países ricos para que pueda financiar a los países en desarrollo con el objetivo de que estimulen sus economías, provean protección social y aseguren un flujo de liquidez para sus compañías.
Consejos para las autoridades
Los bancos centrales con esquema de inflación objetivo deben suavizar sus metas y preocuparse más por la estabilidad financiera de su país.
El que no se preocupe por la estabilidad financiera va a tener muchos problemas, porque hoy más que la inflación el riesgo es el desempleo.
Pensar menos en la inflación es un tema de ideología y de no imitar a gente como Greenspan (anterior jefe del banco central de E.U.).
La noción de un banco central independiente, no se puede defender más. No es aceptable desde un punto de vista democrático.
Hay que tratar de controlar la tasa de cambio y gastar las reservas internacionales. Si se usa el 10% al mes puede no ser sostenible, pero sí, si es el 1%.
Los planes de estímulo, como los de Obama, no van a evitar el desempleo, pero eso no significa que no sirvan, pues sin ellos habría más desocupación.
LAURA CHARRYREDACTORA DE ECONOMÍA Y NEGOCIOS NUEVA YORK

No hay comentarios: